Quienes alguna vez han creído, como los personajes de “Leaving Las Vegas”, que el paraíso está en la Tierra corren el serio riesgo de ser expulsados de él. Los protagonistas de esta sorprendente película de Mike Figgins son eso, dos expulsados de este falso paraíso a quienes no les cabe más solución, una vez que han descubierto que escapar es imposible, que perseguir el final que ponga tierra de por medio entre sus sueños y su existencia.
Él, el personaje que interpreta Nicholas Cage, es un guionista que poco a poco ha ido perdiéndolo todo, por él mismo y por el alcohol. Sin familia, sin amigos, sin dinero y sin trabajo, resuelve terminar con su vida marchando a Las Vegas, el lugar donde la noche es siempre día y donde las luces de neón sustituyen ininterrumpidamente al sol al caer la tarde.
En su periplo por la ciudad más hostil e irreal del mundo encontrará a una prostituta sin horizontes de la que se enamorará sin que se le pase por la cabeza ni remotamente la posibilidad de encontrar en ella la redención de las historias que alguna vez seguro escribió. La suya será una relación tormentosa, al límite de todo, fronteriza, enloquecida. Una relación convertida en un torrente de palabras sin esperanza.
Posiblemente nunca el cine haya producido una fábula sobre la autodestrucción y el suicidio como “Leaving Las Vegas”, una película por lo demás que habría sido imposible sin la presencia en el reparto en calidad de protagonista de Nicholas Cage, quien consiguió sacudirse de encima la etiqueta de sobrino de Francis Ford Coppola para instalarse como actor de recursos, convincente, especialista en bordar personajes poco gratificantes. Domina el gesto y cada uno de los movimientos de su cuerpo. Transmite desazón con la mirada y actúa introduciéndose en los intestinos de su personaje. Y le da el contrapunto una Elizabeth Shue que evita vestir a su duro personaje con ropajes de compasión.
Rodada en súper 16 mm., lo que confiere al aspecto visual un granulado especial de la imagen infrecuente en la producción cinematográfica de hoy, “Leaving Las Vegas” será con el tiempo, si no lo es ya, un incómodo retrato de una sociedad estadounidense atrapada en sus dudas y sus mentiras. Una obra maestra en casi todos los sentidos.
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