Jean-Michel Basquiat (1960 - 1988) fue un pintor estadounidense que nació en Brooklyn, Nueva York, el 22 de diciembre de 1960. Su padre, Gerard Basquiat, era un contable haitiano de respetable solvencia económica, y su madre, Matilde, era una diseñadora gráfica puertorriqueña de gran prestigio profesional. Jean-Michel creció en un entorno familiar desgarrado, sus padres se divorciaron y por esta situación tuvo que cambiar muchas veces de escuela. Estudió en una escuela católica privada, posteriormente en una escuela pública y finalmente, a los 16 años, ingresó en la City-As-School, centro escolar para adolescentes superdotados, de donde lo expulsaron, por rebeldía, un año antes de graduarse.
En 1986 Basquiat viaja a África y expone en Abidján (Costa de Marfil). En noviembre de ese mismo año realiza una gran exposición (más de 80 obras) en el Museo Kestner-Gesellschaft de Hannover, convirtiéndose, con 25 años, en el artista más joven que exhibe en ese museo. En 1988 se instalan exposiciones en París y Nueva York, y en abril de ese mismo año trata de abandonar sus adicciones y se retira a su casa de Hawai'i. Vuelve a Nueva York en junio, anunciando que se ha liberado de las adicciones, pero el 12 de agosto de 1988, a los 27 años, muere por sobredosis de heroína, siendo el artista visual negro más exitoso en la historia del arte afroamericano.
A lo largo de su breve pero intensa carrera artística realizaría más de 40 exposiciones personales y participaría en alrededor de 100 colectivas. La autopromoción y el reclamo publicitario fueron para Basquiat factores prioritarios, como con anterioridad lo habían sido para Andy Warhol o para Julian Schnabel.
El neoexpresionismo se fue imponiendo al apropiacionismo, en parte gracias a la pujanza económica que elevó a altas cotas el precio del arte y, especialmente, de la pintura, y en parte gracias al apoyo de galeristas y coleccionistas. La crítica, sin embargo, no fue unánime en su valoración, y fue habitual la denuncia de la falta de base teórica del discurso neoexpresionista. Se afirmó que el arte que practicaban los neoexpresionistas carecía de cualquier significado político o social, era sólo mercancía y, por tanto, objeto de los vaivenes y fluctuaciones del mercado. La pintura neoexpresionista quedaba reducida a un producto de consumo y, como tal, a un hecho creativamente descalificado y vulgar.
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