Sábado, 21 de Mayo de 1988
Inglewood, California
Había varios entierros en las onduladas colinas del cementerio de Inglewood Park, en un barrio residencial para negros a las afueras de Los Ängeles.
Dos días antes, un vuelo de pasajeros procedente de Holanda había traído el cuerpo ya descompuesto de un trompetista al que se recordaba como un o de los hombres más atractivos de los años cincuenta. Chet Baker había fallecido en Amsterdam el viernes 13, en circunstancias misteriosas pero relacionadas con las drogas. Ahora, tras haber pasado años en Europa, estaba de regreso en el sur de California, donde había conocido por primera vez la gloria, para ser enterrado junto a su padre. Baker, nacido en una granja de Oklahoma, había llenado de fantasías la cabeza de la gente desde el día en que nació. Todo en él estaba abierto a la especulación: su toque cool de trompeta, tan vulnerable pero tan distanciado; su enigmática media sonrisa; la androginia de su dulce voz al cantar; un rostro que era a la vez infantil y siniestro. La melodía que surgía de su instrumento había hecho que sus fans italianos llamara a Baker l'angelo (el ángel") y tromba d'oro ("trompeta de oro"). Marc Danval un escritor belga, dijo que su música era "uno de los lamentos más hermosos del siglo XX", y lo comparó con Baudelaire, Rilke y Edgar Allan Poe. En Europa, incluso su larga adicción a la heroína actuó en su favor, haciéndole parecer aúna más frágil y adorable.
Pero en Estados Unidos su muerte no despertó muchas simpatías. La necrológica del New York Times, que atribuía a Baker una edad equivocada (cincuenta y nueve años en lugar de cincuenta y ocho), lo presentaba como un sensiblero marchito, cuya fenomenal suerte se había echado a perder por culpa de las drogas.
A pesar de los anuncios publicados en la prensa de Los Ángeles, sólo unas treinta y cinco personas asistieron al entierro. "Fue triste, no fue una celebración -dijo el clarinetista Bernie Fleischer, compañero de Baker en la banda del instituto-. Pero nadie esperaba que Chet fuera a durar tanto, la verdad".
En una serie doce de capítulos os iré dejando apuntes extraídos de la biografía "Deep in a Dream" de James Gavin, referentes al transcurso de su azarosa vida .
El vídeo siguiente, grabado en Stuttgart (Alemania), en el que podemos observar su depauperado estado físico debido a su adicción, en esta última etapa de su vida, recoge quizá el último concierto de cierta importancia de su larga, azarosa y desigual carrera.
4 comentarios:
Una pena el final de Chet Baker. Yo lo vi en directo en sus últimos momentos. Resultaba más patético si sabías lo que había sido y lo que dio a la música de jazz y a la música en general. Nos quedan sus grabaciones, todo un mundo.
El caballo hacía, y hace estragos.
oooohhhhh!!!! Gracias desde una incondicional fan de Baker pero coincido que un final trágico... aún así con eso hay que quedarse, con lo mejor de su música.
No era el mejor, pero tenía un puntop único.
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