" La mía ha sido una historia bastante enfermiza y repulsiva", anunciaba Baker, y empezaba a dar detalles:
"De ser el jazzman de ascenso más rápido del mundillo, me he convertido en el yonqui másw conocido del mundo. La policía, las autoridades médicas, los aduaneros de una docena de países, el FBI y el Ministerio del Interior británico....todos me tienen echado el ojo....Me he metido dentro droga suficiente para matar a un cuarto de millón de personas njormales .... ¿Que la adicción es un a mono que se te sube a la espalda? El mío era un gorila rabioso, que devoró mi alma, mi espíritu; me arrastró al pozo de las serpientes de la degradación humana.... Mis brazos han sido perforados más de treinta mil veces para meter morfina y heroína en mis venas. Las manos con las que hago música están marcadas, arañadas y picadas, signos inconfundibles del "pinchómano" crónico.
Mi locura con la droga me asquea y horroriza. Me odio a mí mismo por mi adicción. Es pura demencia. He estado a un pelo de la muerte, con el cuerpo casi azul. Me da mareos pensar las veces que he estado apretujado en un retrete público, haciendo frenéticos intentos de inyectar veneno en mis colapsadas venas....En ocasiones me he clavado una aguja en los brazos y las manos cien veces en el plazo de unas horas, horas de tortura y tensión, intentando introducir unos pocos microgramos de sustancia en mi corriente sanguínea".
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