Era una magnífica noche de primavera de 1931. Estábamos bromeando y el negocio iba viento en popa. Arriba, las hojas del Arbol de la Esperanza mantenían su propia y susurrante conversación llena de dobles sentidos. Desde la parte superior del tronco serpenteó el rumor y se coló por mis oídos. "Sí, tío", zumbo, "en Memphis se la tienen jurada a tu chico".
Luis Armstrong había bajado a Nueva Orleans y luego había vuelto subir a Memphis. La señora Collins, esposa de su representante, estaba a cargo del transporte y había alquilado un enorme y flamante autobús Greyhound para que la banda pudiera atravesar el Cinturón Asesino sin tener que subirse en aquellos sucios y demoledores vagones repletos de racistas. Ella siempre se sentaba adelante, junto a Mike McKendricks, el guitarrista, el ayudaba con el equipaje y cosas por el estilo.
Cuando el autobús entro en Memphis los blanquitos se apiñaron con los ojos como platos para contemplar a esos elegantes chicos de color que viajaban en aquel cacharro aerodinámico y especialmente al de la primera fila que iba, ¡Dios nos libre!, sentado y hasta hablando con una mujer blanca, tan campante, como si fuera un ser humano. Aquello era inadmisible. El escándalo que armaron fue tal que el director de la terminal de autobuses intentó trasladar a todos los pasajeros a un viejo, sucio y rechinante armatoste. Naturalmente, los chicos se cruzaron de brazos y se negaron a abandonar sus asientos. Al rato la pasma los tenía cogidos por el cuello. Tomaron sus huellas digitales y los enchironaron como a vulgares ladrones. Llegaron justo a tiempo para la emisión que tenían programada.
Aquella noche, todos los fumetas estas nos precipitamos al Barbeque para ver el programa de radio. Cuando salieron al aire, Louis arremetió con un par de comentarios de doble sentido, en medio de los cuales me saludo con un alegre: "Qué pasa, Lozeerose?". A mitad de la transmisión anunció que quería dedicar su siguiente número al jefe de policía de Memphis, Tennessee. "Al loro con ésta", Mezzeerola", gorjeó mientras la banda tocaba la intro. A continuación, empezó a cantar "I'll Be Glad When You're Dead You Rascal You".
Mezz Mezzrow - Really The Blues
17 comentarios:
Dedicó "I'll Be Glad When You're Dead You Rascal You" ("Me alegraré cuando estés muerto") al jefe de policía de Memphis. Genial.
Y sorprendente, ya que siempre se le tildó de Tío Tom.
Un genio es un genio siempre!
Pues al parecer esa fama de "Tío Tom" no era muy fundamentada.
Ya os digo.
Los grandes tienen que vérselas con las habladurías con mala leche. Borges con que era de derechas, Bob con que se había vendido y ya no tenía inquietudes sociales, etc.
Como sí eso tuviese importancia.
Tal cual.
No solamente no tiene importancia y se la damos, sino que, peor aún, sirve para enfrentarnos estúpidamente unos con otros.
Me repito: tal cual.
451. Oscar Feldman - El Ángel
452. Oscar Feldman - Oscar e Familia
453. Jazz Club Olivos Swing Quintet
454. Hernán Jacinto & Oscar Giunta
455. Hernán Jacinto - Lua
456. Hernán Jacinto & Karlheinz Miklin - Europa 2006
457. Enrique Norris Trío - Tres maneras de pensar sin parar
458. Enrique Norris Trío - 300
459. Enrique Norris Trío - Ascensión Libre
460. Francisco Lo Vuolo y Gustavo Musso - Back In Town
Qué verano de búsquedas me espera...
Gracias nuevamente.
De a poco seguro encontrarás algunas perlas sudacas...
Todo lo que tiene que ver con tango y jazz, es combinación ganadora.
Genio y figura (estaba hecho un figurín en el vídeo).
El final del vídeo, desfilando (que digo yo) es magnífico, para verlo ochenta veces, o más.
Qué situaciones tuvieron que soportar.
La vida de Mezz Mezzrow fue alucinante.
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