Para Enrique Varela un ejemplo de vida lo daba el saxofonista Benny Carter cuando a los 85 años seguía con su banda tocando aquí y allá, al margen de su edad.
Sonríe. Hoy esa vida la hace él. Varela, con 85 años, acaba de lanzar su segundo disco como líder "De «Stardust» ["Polvo de estrellas"] a «Flores negras»", un trabajo en el que reunió composiciones jazzísticas con tangos y música folklórica.
Una especie de resumen de vida del que surge un balance fuertemente positivo. Más aún cuando su actualidad habla de presentaciones en vivo, así como de trabajos como director musical.
Varela está noche, a las 22.30, se presentará en el ciclo del guitarrista Walter Malosetti en Notorious, Callao 966, junto con Ezequiel Dutil en contrabajo y Eloy Michelini en batería.
"Haremos temas clásicos de swing, de blues y algunos standards como "On the Sunny Side of the Street" ["Por la vereda soleada"] , entre otros", contó Varela en la charla con LA NACION.
Jovial, con una alegría serena, que sugiere una satisfacción interior, a la hora de hacer balances el músico contó parte de su historia.
A los catorce años entró de pantalón corto en la Santa Paula Serenaders, con Juan Carlos Thorry como cantante. Ya había dejado atrás las clases de violín y se había sumado a ese escaso grupo de saxofonistas que habitaba Buenos Aires.
Corría 1934, comenzaba la llamada Década Infame y su hermano Dante, que ya tocaba en el grupo, gestionó su ingreso. "En mi casa hubo siempre música. Mi padre fue profesor de música de las escuelas Raggio y León XIII; entonces cuando mi hermano Dante y yo agarramos para ese lado nadie se sorprendió", rememora Varela.
Será porque el jazz es un género nacido en otras latitudes que siempre se impone la pregunta:
-¿Cuándo comenzó a escuchar jazz?
-Mi hermano Dante, que estudiaba piano con Dante Scaramuzza, era inquieto y en nuestra adolescencia comenzaron a circular por mi casa discos de Duke Ellington y de Art Tatum; también escuchaba bastante jazz en las películas.
Para Varela aquellos años tuvieron mucho de romanticismo asociado al jazz. "Hoy, no hay romanticismo", afirmó este respetado músico que viene de desempeñarse como director artístico para el primer disco de la cantante María Puga Lereo, una prometedora artista.
"En los años cuarenta y cincuenta había mucho trabajo para las orquestas y el aprendizaje era, también, en los escenarios. Se vivía de otra manera. Fíjese que cuando estábamos con la Santa Paula en la Richmond, de Florida, hacíamos una semana tributo a Irving Berlin, la otra a Cole Porter y así; entonces teníamos que sacar los temas a toda velocidad para ensayarlos. Eso nos daba una enorme versatilidad como artistas", agrega el músico, que lleva sobre sus hombros la mayor trayectoria como músico de jazz profesional del país.
Varela es de esos artistas que miran atrás pero también hacia adelante.
"Buenos Aires atraviesa un gran momento musical, aunque difícil para las grandes bandas, como la de Jorge Navarro o la de Oscar Serrano, que no pudieron sostenerse. Siguen siendo tiempos de pequeños combos. Recuerdo que en los años cincuenta la gente consideraba aburridos a los grupos de cuatro o cinco miembros."
Y sigue. "Hoy hay un gran nivel, hay muchos músicos talentosos tocando en la actualidad y eso fortalece al género, explicó el músico, para quien el entusiasmo parece aumentar con los años.
"Por ejemplo, tocar me genera un placer íntimo que no merma ni siquiera por el cansancio después de cada actuación", revela este saxofonista, excelente intérprete con influencias de los dos grandes tenores de la historia del jazz, Coleman Hawkins y Lester Young.
Su disco "De «Stardust» a «Flores negras»" fue un trabajo que tuvo etapas y en el que se reunió con Ricardo Lew, Horacio Malvicino y con Oscar Alem para dejar plasmado en un puñado de temas la amplitud de gustos de este artista, así como el manejo de diferentes vocabularios embellecidos por su excelente tono, suavemente dorado y redondo, que habla, a las claras, de aquellas influencias.
"Es un trabajo dedicado a los caños; el disco habla de mí, como saxofonista que busca explayarse en lenguajes que conoce, como en «Round about Midnight», «Early Autumn», «Take a Train A»; otros, como el tango, aprendido y, finalmente, el folklore al que exploré recientemente", señaló.
Dijo que perdió la cuenta de las veces que entró en el estudio para grabar partes de este disco. "Fueron muchas y me da una gran alegría haberlo terminado", sentencia.
Mientras se prepara para tocar con Malosetti, adelantó que, probablemente, en abril asista al festival de jazz de Mar del Plata. "Si se hace", agrega.
Sostuvo que hay lugares y hay músicos: "Es decir, está todo para que ande bien".
Fue miembro de la famosa Banda Elástica, junto con Jorge Navarro en piano, Ricardo Lew en guitarra, Hugo Pierre en saxo alto, el Zurdo Roizner en batería, Juan Amaral en bajo, Juan Carlos Bazán en trombón y Carlos Costantini en trompeta, dirigida por Ernesto Acher. La Banda fue uno de los grupos que siendo esencialmente jazzísticos consiguió abrir ciertas fronteras. "Decían en esos tiempos que educábamos y eso nos hacía felices."
7 comentarios:
No escogió mal ejemplo, nada menos que Benny Carter.
Suena muy bien.
¡Y tanto que sonaba bien!
Cómo sonaba la Santa Paula en la desaparecida Richmond de Florida. La acústica era notable. No podías pifiar una carambola, excepto que tiraras con los guantes de box puestos.
Historias del jazz argentino. Me encantan.
Para que nos emocionase ¿no? Pues objetivo conseguido.
Una que es facilona de emocionar.
Yo creo que es todo lo contrario:)
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