Cinco de los pianistas que tocaron junto a Miles Davis se convertirá influyentes primeras figuras a comienzos de los años 70. Bill Evans, Herbie Hancock, Chick Corea, Keith Jarrett y Joe Zawinul.
La influencia de Bill Evans fue mucho más allá de la aportación efectuada en su etapa junto a Miles. Durante los años 70, Evans, hombre de personalidad a un tiempo reservada y amable, se convirtió en algo muy parecido a un gurú musical. En escena, y sobre todo cuando tocaba sin acompañamiento, Evans parecía fundirse con su instrumento. La estampa ofrecida por su cuerpo curvado sobre el teclado, ansioso de captar hasta el menor matiz que los dedos extraían al piano, simbolizó para muchos jazzmen la exploración artística de carácter romántico y a la vez desprovista de ostentación pretenciosa. La contribución efectuada por Evans durante la última década de su vida fue amplia: importante vertiente lírica, swing fluido, meticulosa atención a la elección y expresión del acorde, toque expresivo y rechazo de la exhibición de barroquismo. Un concierto de Evans no se parecía a ningún otro concierto anterior suyo. En 1972 Evans grabó uno de los discos más sorprendentes, en colaboración con el compositor George Rusell: "Living Time". Era una pieza de ocho movimientos escrita para Evans y orquesta de jazz. El punto fuerte de la composición se centra en los timbres delicados inusuales bañados en un ritmo afrocubano. Los sonidos, envolventes, precisan de una atenta escucha a fin de percibir la infinita variación de detalle en las combinaciones de triángulo, flauta, fliscorno, batería, teclados y demás. Aquí no importa tanto el trabajo de Evans, solista de mérito, como la música de Evans y Russell, compositores aunados en un esfuerzo común. Por supuesto, existen pasajes en los que el magnífico pianista destaca por encima del frondoso bosque de sonido, caso de los movimientos cuarto y octavo; aún así, el efecto final muestra unos músicos concentrados en la audición del sonido producido por sus compañeros, tanto como la ejecución de una pieza musical para los oyentes.
La influencia de Bill Evans fue mucho más allá de la aportación efectuada en su etapa junto a Miles. Durante los años 70, Evans, hombre de personalidad a un tiempo reservada y amable, se convirtió en algo muy parecido a un gurú musical. En escena, y sobre todo cuando tocaba sin acompañamiento, Evans parecía fundirse con su instrumento. La estampa ofrecida por su cuerpo curvado sobre el teclado, ansioso de captar hasta el menor matiz que los dedos extraían al piano, simbolizó para muchos jazzmen la exploración artística de carácter romántico y a la vez desprovista de ostentación pretenciosa. La contribución efectuada por Evans durante la última década de su vida fue amplia: importante vertiente lírica, swing fluido, meticulosa atención a la elección y expresión del acorde, toque expresivo y rechazo de la exhibición de barroquismo. Un concierto de Evans no se parecía a ningún otro concierto anterior suyo. En 1972 Evans grabó uno de los discos más sorprendentes, en colaboración con el compositor George Rusell: "Living Time". Era una pieza de ocho movimientos escrita para Evans y orquesta de jazz. El punto fuerte de la composición se centra en los timbres delicados inusuales bañados en un ritmo afrocubano. Los sonidos, envolventes, precisan de una atenta escucha a fin de percibir la infinita variación de detalle en las combinaciones de triángulo, flauta, fliscorno, batería, teclados y demás. Aquí no importa tanto el trabajo de Evans, solista de mérito, como la música de Evans y Russell, compositores aunados en un esfuerzo común. Por supuesto, existen pasajes en los que el magnífico pianista destaca por encima del frondoso bosque de sonido, caso de los movimientos cuarto y octavo; aún así, el efecto final muestra unos músicos concentrados en la audición del sonido producido por sus compañeros, tanto como la ejecución de una pieza musical para los oyentes.
En su tercera visita al festival jazzístico de Montreaux 1975, Bill Evans efectuó unas grabaciones a dúo con el bajista Eddie Gómez, que son buena muestra de su estilo como solista: liviano, preciso, lírico, meditado. Cada tema incluido en el álbum en directo Montreaux III es una muestra superior del Evans maduro. "Driftin", canción en tempo de vals escrito por el magnífico pianista Dan Haerle, progresa con extraordinaria fluidez; "Elsa" tiene particular interés como ejemplo del trabajo de Evans con la mano izquierda. En paralelo a la fluida línea en solitario de la mano derecha, la izquierda insinúa apuntes modales y una fascínante variedad de agrupaciones y puntuaciones técnicas.
En general, las interpretaciones efectuadas por Bill Evans durante los años 70 representan la codificación y plenitud del concepto sonoro de un maestro en fase de madurez.
Frank Tirro - Historia del jazz moderno
8 comentarios:
A Bill Evans siempre se le descubren matices nuevos.
Era un músico maravilloso, pura técnica y sensibilidad. Creo que su secreto es que tocaba para sí mismo.
Seguro juega de titular en el seleccionado de todos los tiempos.
Es mi preferido, con lo cual...
Como 7, o como 9, qué más da.
Dicen que el primer amor nunca se olvida. En el primer disco que comprè de Bill Evans tocaba un piano eléctrico Fender Rhodes y pese a que èl (supe después) preferìa el tradicional piano acústico, su sonido o su prodigiosa manera de tocar o èse no sè què me tienen enamorado (es la palabra justa) hasta el dìa de hoy.
Tengo varios preferidos, pero, sin ninguna duda, el más es Bill Evans también.
Yo no tengo dudas al respecto.
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