La obra de Miles Davis, el trompetista, compositor y director de bandas de jazz, es una parte fundamental de la música del siglo XX y su extraordinaria carrera ha sido documentada en una cantidad monumental de grabaciones. Davis, una figura inspiradora que ha tenido una vida larga e inmensamente productiva, fue una fuerza dominante en el mundo del jazz desde su aparición en el año 1945.
En una ocasión, Duke Ellington lo comparó con Picasso por la multiplicidad de su genialidad, y no cabe duda de que Davis compartía la universalidad de todos los grandes artistas. Debido a que jamás se contentaba con descansar en los laureles, sino que buscaba sin cesar nuevas formas de hacer música, desconcertaba a los críticos y su carrera estuvo marcada por la controversia. Pero esa misma vitalidad era parte de su grandeza; él fue la figura central en prácticamente todos los nuevos movimientos del jazz desde la década de 1940 hasta los noventa.
Fue la primera persona desde Louis Armstrong que cambió el sonido de la trompera, y lo logró a través de un tono hermoso, redondeado, no metálico y sin vibrato que transmitía un lirismo tan profundo que Chico Hamilton una vez comentó: "Miles Davis es un sonido.....,¡toda la tierra que canta!".
Por supuesto que ha habido algunos que intentaron copiar sus frases y modismos, pero la verdadera lección que nos ha dejado es la forma en que consiguió mantener el arte vivo durante toda su existencia, un hecho heroico en un ambiente que era básicamente incomprensivo y muchas veces abiertamente hostil. Todo arte verdadera es, también, un proceso de autodescubrimiento del artista, y Davis llegó más lejos por ese camino que cualquier otra persona en el Jazz. Década tras década, los músicos y aficionados han sido testigos de la forma en que Davis se abría paso, muchas veces con dolor y con un gran coste físico y psicológico, hacia nuevas áreas musicales. Era humano; vaciló y cometió errores, pero esa obvia humanidad jizo que sus logros fueran todavía más valiosos.
En una serie de doce entradas, os iré dejando breves secuencias de su vida, extraídas de un libro titulado "Miles Davis la biografía definitiva", escrito por el músico Ian Carr en 1998 y publicado en España en octubre del 2005 por Global Rhythm Press.
En esta primera entrada podéis escuchar el tema "Kind of Blue" del disco del mismo título que conmocionó los cimientos del jazz tras su aparición en 1958, y pasó a ser quizá el disco más influyente de la historia del jazz.
Por supuesto que ha habido algunos que intentaron copiar sus frases y modismos, pero la verdadera lección que nos ha dejado es la forma en que consiguió mantener el arte vivo durante toda su existencia, un hecho heroico en un ambiente que era básicamente incomprensivo y muchas veces abiertamente hostil. Todo arte verdadera es, también, un proceso de autodescubrimiento del artista, y Davis llegó más lejos por ese camino que cualquier otra persona en el Jazz. Década tras década, los músicos y aficionados han sido testigos de la forma en que Davis se abría paso, muchas veces con dolor y con un gran coste físico y psicológico, hacia nuevas áreas musicales. Era humano; vaciló y cometió errores, pero esa obvia humanidad jizo que sus logros fueran todavía más valiosos.
En una serie de doce entradas, os iré dejando breves secuencias de su vida, extraídas de un libro titulado "Miles Davis la biografía definitiva", escrito por el músico Ian Carr en 1998 y publicado en España en octubre del 2005 por Global Rhythm Press.
En esta primera entrada podéis escuchar el tema "Kind of Blue" del disco del mismo título que conmocionó los cimientos del jazz tras su aparición en 1958, y pasó a ser quizá el disco más influyente de la historia del jazz.
1 comentario:
No sé si el Picasso del jazz, pero desde luego uno de sus genios. Esa trompeta de terciopelo, como alguien la llamó...
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