Según parece, en el último ensayo de aquella noche a Miles le costó mucho tocar su parte. El compositor Michael Gibbs estaba entre el público, y más tarde comentó:
Yo me lo había encontrado antes en un par de ocasiones y me había infundido terror; sentías que podía traspasarte con la mirada. Pero en Montreaux, aquel año que tocó con Quincy Jones y los músicos de Gil Evans en Sketches of Spain, estaba distinto. Se lo veía demasiado delgado; tenía unas ropas vistosas, que le colgaban por todas partes, y estaba rodeado de un entorno numeroso que alejaba a la gente. Había un ensayo al mediodía y él llego a las once de la noche, y estaba claro que no le salían bien los pasajes escritos. Al día siguiente estaba un poco mejor. Hicieron salir a todos de la sala porque decían que él quería ensayar en paz. No sé que ocurrió entre aquel momento y el concierto, pero fue fenomenal. Wallace Roney tocaba los pasajes escritos y sonaba grandioso, igual a los discos de los años sesenta. Pero los solos de Miles eran algo completamente nuevo. Me hizo poner los pelos de punta. Después de Charlie Parker, para mí él es el mayor gigante del jazz.
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