Se trata de un viaje clandestino emprendido por ventiocho hombres y mujeres procedentes de distintos países del África Subsahariana con destino a Europa. Lo llaman "el combate". Todos ellos son bastante jóvenes., teniendo el mayor poco más de cincuenta años. Entre ellos se encuentra una mujer en avanzado estado de gestación y otra con un bebé recién nacido en sus brazos. También se han sumado a la expedición varios adolescentes e incluso un niño. No se conocen entre sí y provienen de culturas muy distintas hablando idiomas diferentes. Hay quienes lo intentan por segunda y hasta por tercera vez confiando que ésta sea la última tentativa. Saben de los peligros del viaje y que muchos mueren o desaparecen en el intento, pero no los quedan muchas más opciones; la permanente transgresión de los derechos humanos, la guerra, el desempleo, la inseguridad, la corrupción, el hambre y la miseria azotan sus países de origen y las perspectivas de futuro son escasas. Por otro lado, el reclamo de libertad, opulencia, privilegios y oportunidades que preside su imaginario acerca del "primer mundo", les ha llevado a soñar con una vida mejor para ellos y sus familias (no hay que olvidar el componente utópico de la globalización desde el punto de vista del que migra).
Los preparativos han sido difíciles. Han tenido que esperar mucho tiempo hasta reunir el dinero suficiente -una verdadera fortuna- para poder pagar a los "tiburones" o traficantes al servicio de las mafias locales que dirigen este negocio. Algunos han sido estafados en más de una ocasión. Ninguno de ellos sabe navegar, ni siquiera nadar, excepto el jefe de la patera. Llevan las mínimas pertenencias, unos pocos víveres, varios bidones de gasolina y dos motores en pésimas condiciones. Viajan hacinados en una patera demasiado pequeña -apenas seis metros de eslora y muy poco calado-, no apta para la navegación en altamar, mal calafateada, sin espacio ni intimidad. Tras varios días de travesía, sorteando olas y barcos gigantes, achicando agua y reparando lo que queda del segundo motor, prácticamente sin combustible, sin comida ni agua, han logrado pisar suelo europeo, pero no han conseguido burlar los sistemas de hiper-vigilancia y control que protegen la frontera. Todos ellos van indocumentados.
En Marruecos los conocen como "harragas" (los que queman sus papeles antes de emprender el gran viaje). En España son "atunes" o, sencillamente, inmigrantes ilegales. Durante los próximos sesenta días serán retenidos en algún Centro de Internamiento de Extranjeros y luego expulsados pero, sin documentos, la deportación será inviable, por lo que quedarán en libertad. Entonces procurarán desaparecer y buscarse la vida de la forma más digna que les permita el sistema.
3 comentarios:
me despisto por todo un día viajando y ya pones música que desearía degustar con más calma... de todas formas he escuchado al senior (no hay enie aquí...) Taylor!
Yo a este senior lo he escuchado una vez en casa de un amigo de mis padres senegalés y la verdad es que me quedé con ganas de más pero con vergüenza de preguntarle.
saludos desde tierras rumanas!!
pd: mira por donde la universidad se llama como el poeta Vasile Alexandri!!! XD me siento acogida ya sólo por eso hahaha
A disfrutar tocan....
Un saludo
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