En ese contexto se desarrolla la grabación el 31 de agosto y el 6 de septiembre de 1960 de We insist! Freedom Now suite, un trabajo que no escapó a la tensión propia del momento. Desde su propia gestación ya que, en origen, se trataba de una colaboración entre Max Roach y el letrista Oscar Brown que acabó por quebrarse. Roach y Brown representaban dos visiones de la lucha por los derechos civiles con matices diferenciales. Oscar Brown dijo: Max pensaba que Malcolm X tenía una solución mejor que Martin Luther King. Es decir, la visión de Max Roach era algo más radical que la de Brown, más afín a la no violencia promulgada por quien años después, en 1963, declaró haber tenido un sueño. Así, y siempre según Oscar Brown, la idea original era haber creado una gran obra que recorriera la historia de la percusión africana titulada The Beat de la que en la suite finalmente grabada por Roach se recogen tres movimientos, aunque en un orden diferente al pensado por Brown. The Beat debía abrirse con All Africa seguido de Driva´man y cerrado por Freedom Day. Es decir, había una intencionalidad evolutiva inversa a la propuesta por Max Roach. Oscar Brown proponía un viaje desde el África originaria de la percusión, pasando por la esclavitud africana en Estados Unidos, y culminando con la celebración de la libertad que llegó con la proclamación de emancipación realizada en 1863 por Abraham Lincoln en los Estados Confederados de América – para cuyo centenario se estaba creando esta obra - . Sin embargo Roach invirtió el orden: primero fue la esclavitud (Driva´man), después la libertad (Freedom day) y por último África (All Africa). Una diferencia de perspectiva que se acentuó, además, con dos movimientos que Brown no contemplaba para la suite original: el tríptico Prayer / Protest / Peace y el número final: Tears for Johannesburg (dedicado a las víctimas de un tiroteo policial en Sharpeville – Sudáfrica – que terminó con 69 muertos el 21 de marzo de 1960). El tríptico conforma el movimiento más dramático y tenso. Se trata de un dúo entre la batería de Max Roach y la voz de Abbey Lincoln que, al llegar al momento de Protesta, estalla en un grito desgarrador y primitivo. Las notas del libreto del disco, firmadas por el crítico Nat Hentoff, explican: ‘Protesta’ es la liberación final e incontrolable de la rabia y la ira que han sido contenidas por el miedo durante tanto tiempo que la catarsis sólo es posible arrancando dolorosamente toda la furia acumulada y la hiriente y cegadora amargura. A través de todas las formas de protesta, incluida, sin duda, la violencia. El tono espiritual, sureño, gospel y bluesy del segmento de Plegaria da paso, mediante un redoble de la batería de Max Roach, a la tensión de los gritos de Abbey Lincoln acompañados por la agitada batería de Roach hasta que, cuando la violencia de la voz parece hacerse insoportable, un golpe de plato nos devuelve el remanso de Paz, también a la voz de Lincoln (siempre onomatopéyica) y a la batería de Roach que termina por establecer un ritmo continuo que permanece invariable hasta el final del tríptico.
Ya sea por la muerte de Abbey Lincoln o por los cincuenta años que ahora se cumplen de la grabación, cualquier excusa merece la pena para recuperar (o descubrir) este disco que, aunque musicalmente es disfrutable por sí mismo, puede entenderse y paladearse con mayor fruición si se conocen las circunstancias sociopolíticas del momento y su proceso de gestación. Sin olvidar tampoco que su aparente radicalidad musical (especialmente la del ya comentado Protest) es tan sólo un apunte colorista y si se quiere naif ante la gran revolución que el Jazz estaba alumbrando por aquel entonces: el Free Jazz.
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