Tuve que vender íntegra la discoteca de jazz (no sonría mefistofélicamente) y le aseguro que me fue un dolor grande, porque ese tipo de disco es irremplazable. Yo la había empezado en 1933, con mis primeros pesos; con otros estudiantes amigos nos reuníamos en un sótano, con una victrola a cuerda, para escuchar a Louis Armstrong y a Duke Ellington. Después pude agregar otras cosas, y llegue a tener unos doscientos discos de primera línea. Realmente ahora no sabía qué hacer, a mis amigos no les interesa el jazz, de manera que prestar esos discos era imposible.Por otro lado alguien me ofreció un precio conveniente por el total. Yo miré el asunto metafísicamente, y descubrí que mi deseo de conservar los discos obedecía al maldito sentimiento de propiedad que es la ruina de los hombres. La vendí a ojos cerrados, cierto que sufriendo mucho (el saber que nos está cerrado no causa ningún placer y alivia la sensación de desgarramiento y de perdida). Después me puse a distribuir discos de lis otros entre amigos que podrán aprovecharlos. Vendí muchos, y los otros, los más queridos, los puse en manos que sabrán oírlos. Me gusta pensar que en algunas noches de Buenos Aires, música que fue mía, crecerá en una sala, en una casa, y será realidad para gentes a quienes quiero.
Julio Cortázar - De una carta a Fredi Guthmann, 8 de octubre de 1951
7 comentarios:
Cierta vez, yo tuve que vender unos cuantos libros (en realidad eran enciclopedias - Larousse y esas cosas) y casi me da algo, aunque me las pagaron bastante bien.
Si ahora tuviese que vender mis discos o mis libros, creo que no lo soportaría.
Desgarramiento y herida que no cierra jamás. Sé de esto. Sin joda. Algún día les contaré.
Eso os pasa, ¡por frikis!
Lo bueno es que ahora cualquier música es recuperable, gracias al Youtube, etc. y a la generosidad de algunos...
Qué temazo suena de Louis.
Te gusta ¿eh?...
No sé qué contestarte. Me quedaría corta o me pasaría con el otro extremo:)
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