En 1992, una cantante de origen sueco se adelantaba a todo (y a
todos) contratando a Geoff Barrow -justo tras fundar Portishead, pero
antes de dejar a todo el mundo con la boca abierta con ‘Dummy’- para
escribir y producir ‘Somedays’, una de las canciones de ‘Homebrew’. Más
tarde, en 1996 colaboraría también en uno de sus temas con Tricky, en el
disco que ha conseguido mantener su fama hasta el día de hoy, ‘Man’.
Gracias a él, muy probablemente, incluso tu madre se acuerde de uno de
sus singles, ‘Woman’, que lanzó a la Cherry a la fama mundial de una vez
por todas.
Pero no es ningún secreto que Neneh ha tenido una carrera arriesgada e incluso adelantada a sus tiempos. Su primer disco, ‘Raw Like Sushi’, fue considerado, en 1989, un precedente del sonido trip-hop (Robert Del Naja y Andrew Vowles estaban por allí). Por eso es probable que ‘The Cherry Thing’ no sea, ni de lejos, lo que cualquier fan lleva esperando desde 1996. Pero si lo analizamos fríamente, hay canciones en este nuevo álbum, como ‘Golden Heart’, que encajan perfectamente con los derroteros que han seguido los mismos Massive Attack, sobre todo en los momentos puntuales en los que se han enfocado en los sonidos orientales.
Además de la evolución artística, hay otra razón fundamental que puede ayudar a entender a la perfección el cómo y el porqué de este viraje aquí y ahora. El padre de Neneh Cherry no es otro que Don Cherry, un conocidísimo trompetista de jazz. Y The Thing, la banda que se sienta a su lado en este disco, tiene tal admiración por él que ha llegado a grabar un disco con algunas de sus composiciones. Así que, ¿cómo iba a negarse Neneh Cherry, cuya voz aterciopelada encaja perfectamente con el tono jazzy del disco, a colaborar en un trabajo en el que se abordan versiones de Ornette Coleman, The Stooges, Suicide o Madvillain? Obviamente no podía.
Y es una suerte que no lo haya hecho, porque es una grabación fácil de disfrutar incluso para los no aficionados al jazz. Es fácil perderse en la voz de Neneh Cherry, que prácticamente susurra algunas canciones sin más; en la instrumentación de The Thing, que se emplea a fondo para crear atmósferas perfectas de improvisación al final de la mayoría de los temas (el último minuto de ‘Cashback’ o el de ‘Dirt’ son como para poner los pelos de punta a cualquiera) o de esa especie de experimento que es ver algo parecido a un rap en mitad de una canción de jazz (‘Accordion’). Aunque solo sea como rareza, un disco que merece la pena escuchar.
Pero no es ningún secreto que Neneh ha tenido una carrera arriesgada e incluso adelantada a sus tiempos. Su primer disco, ‘Raw Like Sushi’, fue considerado, en 1989, un precedente del sonido trip-hop (Robert Del Naja y Andrew Vowles estaban por allí). Por eso es probable que ‘The Cherry Thing’ no sea, ni de lejos, lo que cualquier fan lleva esperando desde 1996. Pero si lo analizamos fríamente, hay canciones en este nuevo álbum, como ‘Golden Heart’, que encajan perfectamente con los derroteros que han seguido los mismos Massive Attack, sobre todo en los momentos puntuales en los que se han enfocado en los sonidos orientales.
Además de la evolución artística, hay otra razón fundamental que puede ayudar a entender a la perfección el cómo y el porqué de este viraje aquí y ahora. El padre de Neneh Cherry no es otro que Don Cherry, un conocidísimo trompetista de jazz. Y The Thing, la banda que se sienta a su lado en este disco, tiene tal admiración por él que ha llegado a grabar un disco con algunas de sus composiciones. Así que, ¿cómo iba a negarse Neneh Cherry, cuya voz aterciopelada encaja perfectamente con el tono jazzy del disco, a colaborar en un trabajo en el que se abordan versiones de Ornette Coleman, The Stooges, Suicide o Madvillain? Obviamente no podía.
Y es una suerte que no lo haya hecho, porque es una grabación fácil de disfrutar incluso para los no aficionados al jazz. Es fácil perderse en la voz de Neneh Cherry, que prácticamente susurra algunas canciones sin más; en la instrumentación de The Thing, que se emplea a fondo para crear atmósferas perfectas de improvisación al final de la mayoría de los temas (el último minuto de ‘Cashback’ o el de ‘Dirt’ son como para poner los pelos de punta a cualquiera) o de esa especie de experimento que es ver algo parecido a un rap en mitad de una canción de jazz (‘Accordion’). Aunque solo sea como rareza, un disco que merece la pena escuchar.
16 comentarios:
Muy buena "la Chata", lástima que a veces se enrede con el "hip-hop" y similares, la antimúsica por excelencia.
La pela es la pela...
Pues se nota bastante la influencia de su padre (putativo), por lo menos en este tema con el de ayer, que tira a j...de...g...
Ya empezamos con el,gri,, gri, gri....
Es que lo pones a hue, hue, hue...
Estas rubias teñIdas.....
....que retranca tienen.
Te equivocas Gato, yo de retranca tengo poco, de ironía (para bien o para mal) bastante, lo que pasa es que, a veces, a una retranca, hay que corresponder con otra retranca.
Hay otras opciones, todo depende del día que tenga cada uno.
Dejémoslo en ironía mordaz.......
Mejor lo dejamos en defensa propia, pero bueno, al final es lo de siempre, no ofende quien quiere, si no el que puede, por mucho que que se quiera poder.
No, si esto acaba derivado hacías las artes marciales....
Qué va, lo que pasa es que en este mundo virtual hay mucho surrealismo y bastante tendencia a montar películas.
Algunas de miedo.
Bueno, también de amorrr...
Esas son las peores.
Claro, porque esas son las de miedo miedo.
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