Ralston Crawford - Dancer at the Dew Drop Inn |
Jazz y moralidad pública
La mayoría de los estadounidenses blancos de mentalidad victoriana y favorables a la Prohibición, tendían a asociar la música que tocaban los artistas de Nueva Orleans con una existencia licenciosa; no es de extrañar, por consiguiente, que a pesar de su inmediata popularidad, el jazz se granjease furibundos enemigos. Si Storyville tenía su público, también contaba con numerosos detractores, pues el negocio de la prostitución implicaba factores tan desagradables como la drogadicción, el alcoholismo, las enfermedades venéreas, el juego y el crimen organizados. Convertido en sinónimo de crimen, falta de entereza moral, demencia y sexo, el jazz fue constantemente demonizando por la prensa a partir de los primeros años veinte. Tiene muchos quienes percibían hay que has como síntoma de un generalizado declive moral. En un artículo publicado en la revista Atlantic Monthly, Karl Engel urgía a sus lectores a no alarmarse en demasía, pues "casi todas la épocas históricas han conocido momentos de relajación de los instintos que la naturaleza nos ha enseñado a refrenar, instintos que, de vez en cuando y por alguna razón misteriosa, terminan por escapar a los límites impuestos por la civilización". En abril de 1922, otro artículo aparecido en el New York Times rezaba:
Músico empujado al suicidio por el jazz;
no tenía más opción que tocar la música que detestaba
Los vecinos del 124 de la calle Treinta y una Este insistían ayer en que la muerte de Melville M. Wilson debía ser achacada al jazz (...) El empuje de la nueva música de jazz resultó excesivo para el viejo músico. Wilson no estaba dispuesto a prostituir su violonchelo ni a olvidar las viejas melodías que amaba con pasión (…) El jazz estaba en todas partes; nadie quería tener nada que ver con Wilson y su violonchelo.
Otro artículo del periódico resulta ilustrativo al respecto:
El jazz, motivo de perdición, afirman los reformistas
Chicago, 21 de Enero - El desastre moral se cierne sobre centenares de muchachas americanas sometidas al efecto desquiciante, patológico y lascivo de la música de jazz, afirmó ayer un portavoz de la Asociación de Vigilancia de Illinois.
Dicha asociación considera que sólo en Chicago más de un millar de mujeres víctimas han sido víctimas del jazz en los últimos dos años.
Esta música neurótica insidiosa que acompaña al baile moderno se cobra sus víctimas tanto en las pequeñas ciudades rurales como la metrópolis, en los hogares pobres tanto como en las mansiones acomodadas.
Esta música degradante ya no es producto de tugurios de mala reputación sino que se ha extendido a las fiestas escolares, a los hoteles de lujo y a los círculos de alta sociedad.
Frank Tirro - Historia del jazz clásico
12 comentarios:
Arrepentíos, jazzeros, y dejad de escuchar esa música degradante, patológica y lasciva! O nos veremos en el infierno.
Ahí queda eso. Dan ganas de poner al Bustamante y a la Beyoncé...
Más te valdría, pecador... de la pradera.
Si sólo fuera de la pradera....
Víctimas del Jazz, me encanta.
La maravillosa Eva, pero el "Fever", para que sea un buen "fever"tiene que ser como una explosión suave, a mi gusto.
Eva Cassidy lo hace todo bien.
He dicho.
Un Fever más melanco reclaman, no? De Eva, no me olvido, me han desasnado por aquí.
Registros del oscurantismo que hoy provocan risa y hasta pena, y por los que deberíamos estar siempre abiertos a las expresiones futuras, tan necesarias por otra parte. Como decía Spinetta: mañana es mejor.
Vos sos un optimista...
Eso sí que suena argentino. Irredimible.
Técnicamente es perfecta, pero me resulta "light" su versión; y gustándome, que es mucho más que gustar, Eva Cassidy.
Sobre gustos..
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