Jack Teagarden |
Embriaguez
Toco muy bien jazz y me envanezco de ello; es, con el dibujo, mi violín de Ingres. Con Wiener al piano y el negro Vance al saxofón, el jazz me embriagaba más que el alcohol, difícil de aceptar para mí. En el jazz nos empujan veinte brazos; se es un dios del rudo
Jean Cocteau - De un orden considerado cono una anarquía
Contra el jazz
Dóciles, sin chistar, los instrumentos fueron revueltos de arriba abajo y se les obligó a sonar de manera que violentaban su naturaleza. Los trombones empezaron a reír como hienas, las trompetas a cacarear como gallos, los clarinetes a maullar como gatos en celo. La simple melodía del compositor se perdía en el laberinto de improvisada instrumentación.
Hoy día hay discos de gramófono que nos sirven estos platos de delirio. Pero, con el paso de los años, es de esperar que estos discos sean relegados al limbo. El gusto del público ya está retrocediendo a un sistema musical más sedante. Las demandas de discos de antaño cesarán gradualmente y la Era del Jazz se volverá tan remota como el Paleolítico.
The Etude, revista musical de Filadelfia, hacia 1935
11 comentarios:
Modesto que era el amigo Cocteau.
Estupenda la definición del sonido de trompetas, trombones y clarinetes en el jazz.
Armstrong y Teagarden, vaya dúo.
("laverinto" con "v" no, por favor)
Copia- pega y no leer. Habrá que corregirlo esta tarde, ahora mismo no tengo posibilidad.
Este vídeo del paleolítico superior lo tengo requetevisto y lo que te rondaré morena.
¿Dónde estás Gato? Parece que estás cautivo y desarmado.
Embriagado Cocteau, paleolítico y desopilante texto de ese pasquín musical de Filadelfia y qué par de iconos serán por siempre Teagarden y Satchmo, no?
Estoy en el Valle de Pas, entre verdes montañas y castaños.
Pues sí, Carlos. Especialmente Satcho, el enormísimo cronopio, no tiene parangón.
Jo, qué envidia.
¡Qué buenas castañas he cogido yo en el valle del Pas! De las de árbol, no empecemos, que te conozco.
También en la zona de Bárcena. Igual hay que darse una vuelta por allí cuando pases por Reinosa, aunque a lo peor es un poco tarde.
Lo de las castañas no lo dudo lo más mínimo. ¿Árboles, qué árboles?
No vamos a dar a basto. Entre setas y castañas...
Pues sí Marian, es para dar envidia, sobre todo con el tiempo que ha hecho por aquí.
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