El intento del jazz es el de sacar el mundo
a la superficie. Las otras músicas tienen un sentido más
recóndito, más subterráneo y más religioso, un sentido introspectivo y legal.
La música
del jazz pone en circulación al mundo, hace bailar las palmeras, despierta el apetito del
ja-ma-la-já
y nos lanza sobre el gran sandwich de la realidad.
Aparece en todo momento mezclado de lo selvático y lo moderno, y por eso sus pitos no son pitos cualesquiera,
no son pitos de verbena ni pitos tranviarios, sino los pitos de los árbitros en los grandes estadios y pitos de director de esclusas
del canal de Panamá. ¡Así
que no es nada! El pito que sirve nada menos que para
unir dos mares y que se abracen como dos inmensas morsas es el que pita en el
jazz.
El jazz ha inventado también una voz humana, es la voz que resuena en los bosques y con la
que parece que nos llaman, cuando en verdad es voz de pájaro y de viento en las flautas vivas de los cañaverales, flautas con tantas virginidades como nudos tienen; voz
humana de parque zoológico, limpio de sufrimiento, hija del roce de los instrumentos
raros, audaces de sincopaciones (...).
El jazz es una orquesta para las grandes
cataratas, para las grandes selvas en silencio, cuyos músicos no conocían el papel pautado ni las notas, y de ahí el desorden y desmemoria que reina en cada partitura.
Ramón
Gómez de la Serna - Ismos
7 comentarios:
Magnífico este recuerdo a ¿Clifford Brown?
Texto pelín extraño de Gómez de la Serna.
Sí señor, Clifford Brown, uno de los grandes.
Extraño pero imaginativo, como no podía ser menos.
No me gusta demasiado el texto (es por dar la nota:) Me transmite más escuchar a Freddie Hubbard.
A Freddie y compañía.
Sí, Freddie te lleva a escuchar a Clifford. Me quedo con Clifford, del que me desasnaron por aquí.
Clifford, si no hubiese muerto a los 26 años, quién sabe cuánto....
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