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Billie Holiday - Fotografía: Herman Leonard |
Decía
Boris Vian ante la visita, por fin, de Lady Day a Europa: "Voz de gata
provocativa, inflexiones audaces, choca por su flexibilidad, su ductilidad
animal -una gata con las uñas metidas, los ojos medio cerrados- o, para hacer una comparación más brillante, un pulpo. Billie canta como un pulpo. Esto no es
tranquilizador, en principio. Pero cuando se os aferra, es con ocho brazos, Y
no os suelta ya"...
...Noruega, Dinamarca, Alemania, Holanda,
Suiza, Francia y ¡París! Los fans europeos que tanto tiempo han esperado este encuentro,
la reciben con los brazos abiertos. Especialmente en París. El "saludo" del escritor, y rara avis jazzística, Boris Vian en el Jazz Hot francés
no puede ser más efusivo: "Por fin Billie Holiday viene a Francia. Se la
espera desde hace tantos años que esto ya no parece verdad. Uno no cree en ello... Por suerte, estos años
no han cambiado una pizca su talento. Tiene esto en común con los vinos de calidad, que ha mejorado, si esto es posible.
Parece que sólo su línea ha evolucionando ligeramente, y que presenta ahora agradables
redondeces (...)". Tras repasar los primeros años
de su carrera, Vian concluye su salutación
rompiendo una lanza por la Billie Holiday actual: "... Jamás ha tenido los medios vocales de una Sarah, de una Ylla, de una
Ivy Anderson. Pero ha sabido paliar esta carencia con una inteligencia aguda de
sus posibilidades, un excepcional sentido del jazz y una originalidad que
bastaría, en estos tiempos de plagio donde no se puede distinguir ya a un
músico de su primo o de su hermano, para merecer nuestros respetos.
Los cuales le presentamos asegurándole que, con gozo
sincero, nos disponemos a escucharla, en carne, hueso y voz".
Juanma Játiva
- Billie Holiday
Lady Day, arropada, querida y mimada por
quienes la rodean en esta aventura, responde a las expectativas creadas con una
de las mejores grabaciones en vivo de su carrera. Corroborada por los aplausos
del público y de los propios músicos.
A pesar de su voz desgastada, su exhibición
de recursos y de talento jazzístico la convierten esa noche, en palabras de Hentoff, en "la
mejor cantante de jazz viva".
Mal Waldron será el último pianista con quien trabaje regularmente. Recibe una llamada
urgente de Dufty para reunirse con Lady en Filadelfia. Para él es todo un acontecimiento. Nada menos que Lady Day, "la
cantante más grande de mi tiempo", según
sus propias palabras. Los nervios del compromiso desaparecen cuando ella le
ofrece todo su apoyo. Chilton recoge el testimonio de Waldron sobre el inicio
de esta conversación: "Me dijo que no tocaba bastante funky, y desde ese día hasta ahora, trabajo y tocó más bluesy y terrenal para ella".
Juanma Játiva
- Billie Holiday
Prez se encuentra enfermo y débil. Lady no tiene la voz de antaño.
El saxofonista y ella no se han dirigido la palabra durante los ensayos. Lady
comienza a cantar Fine and Mellow, una de esas pocas canciones que llevan su
firma y, a la vez, uno de los escasos blues de su repertorio: "En esta
ocasión -escribe Hentoff- se valió de ella no tanto para hablar de dificultades y problemas, sino más bien del triunfo agridulce se haber sobrevivido...y de haber
tenido algunos momentos de placer por el camino. Pese a la leyenda de que en
sus últimos tiempos sonaba como un eco ronco y gastado de lo que había sido años atrás (...), esa tarde Lady Day demostró un dominio absoluto de aquel instrumento mordaz, penetrante,
sinuosamente rítmico, que era su voz".
Y Lester emerge de sus propias tinieblas. el
tiempo parece haberse detenido cuando éste
se incorpora como puede y sopla en la boca de su saxofón. Cualquiera que vea esas imágenes
y escuche ese sonido, puede suscribir las palabras de Hentoff, que revive la
escena de la que es promotor y testigo privilegiado: "...Entonces tocó el estribillo de blues más
sobrio, más depurado que yo haya oído
en mi vida. Billie, sonriendo, marcando el beat con la cabeza, miraba a los
ojos de Prez, que tampoco apartaba la vista de ella. Billie recordaba con dulce
pesar el pasado de ambos. prez también. Fuera lo que
fuese lo que había acabado con su relación, quedó olvidado en la comunión de la música". Lo cierto es que su relación
no acabó
nunca, pero pocas descripciones de una actuación resultan más emotivas que la conclusión
de Nat Hentoff: "Sentado en la penumbra de la sala de control, sentí aflorar las lágrimas, y las vi correr por el rostro de casi todos los que me
rodeaban".
Imagen y sonido se aúnan para mostrar, con una desnudez tan inocente que casi hace daño, un instante mágico, uno de los documentos más
hermosos de la historia del jazz. Físicamente, la
comunicación entre ambos se interrumpe de nuevo ese mismo día, pero permanecerán en contacto -a
decir de Chilton- a través de una amiga común. En París, un Lester gravemente enfermo aprieta entre sus labios ese cordón intangible que une sus vidas con unas pocas palabras: "Ella
es por siempre mi Lady Day". Por siempre es más
allá
de la muerte. Desde el Blue Note de París, Prez vuelve a Nueva York justo tiempo de morir, buscando el
aislamiento voluntario. El 19 de noviembre de 1958, Billie asiste a su funeral,
demacrada y con una pequeña botella de ginebra a mano. A quién
puede oírle susurra: "Estas cosas vienen de tres en tres", para
añadir a continuación: "Y yo soy
la que hace el número tres".
Juanma Játiva
- Billie Holiday